Un rey con mala dentadura que unió tribus vikingas dio nombre al más afamado sistema inalámbrico del mundo. Hoy, a poco más de 25 años desde su lanzamiento, Bluetooth enfrenta la competencia de Wi-Fi Direct, pero aún se impone a pesar de sus desventajas relativas. Aquí, las razones.
Hacia 1996, empresas como Intel, Ericsson y Nokia habían desarrollado tecnologías inalámbricas de corto alcance para intercambiar información entre diversos dispositivos. En paralelo, sostenían conversaciones para estandarizar estos sistemas caracterizados por el bajo costo y mínimo consumo de energía, a fin de evitar la fragmentación y la competencia.
Intel había bautizado su programa como Business-RF; Ericsson lo llamaba MC-Link y Nokia acuñó Low Power RF. En diciembre de ese año, las firmas se reunieron en Lund, Suecia, para formar un Grupo de Interés Especial (SIG en inglés). A sugerencia de Intel, el proyecto se denominó temporalmente como Bluetooth, hasta que el área de marketing diera con un nombre definitivo.
El responsable de aquella empresa en este proceso era el experimentado ingeniero computacional Jim Kardach. Cuando le preguntaron por el origen del término, explicó que se trataba del segundo rey de Dinamarca del siglo X, Harald Blåtand Gormsson, apodado “Bluetooth”.
Según registros históricos, lo de “Bluetooth” -diente azulado- obedecía a una vistosa caries que ennegrecía la sonrisa del líder que había unido a Escandinavia “al igual que nosotros pretendíamos unir las industrias del PC y del móvil con un enlace inalámbrico de corto alcance”, resumió el ingeniero.
Kardach supo del monarca en un bar de Toronto gracias a un colega de Ericsson, Sven Mathesson, que le contó del famoso rey que había conciliado tribus vikingas de Dinamarca y Noruega, mientras pasaban el trago amargo de haber sido rechazados en un proyecto que pretendía homogeneizar los sistemas para enlazar, sin necesidad de cables, a computadoras portátiles, impresoras y cámaras digitales, entre otros artilugios.
“Sven sabía mucho de radios, pero no demasiado de historia”, contó Kardach en un largo artículo evocando la gestación del nombre, “pero había leído un libro (del que me dio un ejemplar más tarde) titulado ‘Longships’, de Frans G. Bengtsson, y relataba la historia a través de este relato”.
De regreso a su casa, el ingeniero recibió un libro que había encargado: Historia de los vikingos (1968) de Gwyn Jones. “Hojeando (…), encontré esta imagen de una roca gigante, o piedra rúnica, que representaba la caballería de Harald Bluetooth, ¡el tipo del que me acaba de hablar Sven! (…) Se me ocurrió que este sería un buen nombre en clave para el programa”.
Las alternativas barajadas para bautizar esta tecnología inalámbrica no fueron muy afortunadas. ”La sugerencia que no puedo olvidar fue ‘Flirt’, con la frase ‘acercarse, pero no tocarse’”, reveló Kardach.
En febrero de 1997 estaba prácticamente conformada la SIG, pero el nombre seguía en blanco. Por mientras, los contratos fueron firmados utilizando el término clave propuesto por Kardach. En abril Intel propuso RadioWire, mientras IBM, que se había sumado al SIG al igual que Toshiba, planteó PAN, la sigla de Personal Area Networking. Ganó esta última. Mayo sería el mes en que la entidad se daría a conocer a nivel internacional.
“En ese momento todo el mundo empezó a utilizar el nombre PAN y nos dirigimos hacia el evento de lanzamiento que tendría lugar en unas cuatro semanas”, cuenta Jim Kardach.
A 20 días de la presentación oficial, el SIG convocó una reunión de emergencia. “Las otras empresas miembros habían realizado una búsqueda de marcas sobre la palabra PAN”, relató el ingeniero, “y supusieron que sería una mala candidata para una marca”.
Al introducir el término en un buscador, arrojaba miles de resultados. Por otro lado, tampoco se había chequeado la alternativa RadioWire. “El único nombre con el que podíamos lanzarnos con poca antelación”, resumió Kardach, “era Bluetooth”.
“Resultó ser bastante bueno, se impuso en la prensa y, al cabo de un tiempo, se convirtió en sinónimo de radios de corto alcance”.
La figura del rey “Bluetooth” incluía un plus. El característico símbolo de la tecnología representa las iniciales de Harald “Bluetooth” en runas, el alfabeto de lenguas germánicas utilizado en Escandinavia y las islas británicas, entre los últimos tiempos de la Antigüedad y los inicios de la Edad Media.
En 1999 se unió Microsoft al Bluetooth SIG, en tanto Apple lo hizo en 2015. En sus primeros tiempos, Bluetooth SIG operaba con personal facilitado por las empresas participantes, hasta que a partir de 2002 inició la contratación de su propio equipo.
El SIG concede licencias para operar Bluetooth junto con desarrollar mejoras y expandir la marca, aun cuando no manufactura ni vende productos.
Existen dos opciones de Bluetooth. Una se denomina Classic -o Bluetooth Basic Rate/Enhanced Data Rate (BR/EDR)-, convertida “en el protocolo de radio estándar de los altavoces inalámbricos, los auriculares y los sistemas de entretenimiento en el coche”, según Bluetooth.com. La segunda es Bluetooth Low Energy (LE), diseñada para operar “con muy poca energía” y funcionalidades que “permiten a un dispositivo determinar la presencia, la distancia y la dirección de otro dispositivo”.
Quién manda más
Como en todo orden, existe una alternativa al mundo inalámbrico de Bluetooth. La competencia se denomina Wi-Fi Direct, tecnología que “permite que los dispositivos Wi-Fi se conecten directamente entre sí”, explica wi-fi.org, “por lo que resulta sencillo y cómodo imprimir, compartir, sincronizar, jugar y mostrar contenidos a otro dispositivo”.
Hasta ahí, un servicio parecido a Bluetooth. La diferencia radica en que “los dispositivos Wi-Fi Direct se conectan entre sí sin necesidad de unirse a una red doméstica, de oficina o pública tradicional”.
Esto permite a Wi-Fi Direct transmitir mayor cantidad de información -hasta 250 Mbps, frente a los humildes 2 Mbps de Bluetooth-, con un rango de alcance superior de hasta 200 metros, en tanto la señal de Bluetooth se diluye en distancias más cortas. Wi-Fi Direct también gana en velocidad, hasta diez veces más rápido que la competencia.
El talón de Aquiles de esta opción es su gasto energético, a su vez la fortaleza de Bluetooth con su bajo consumo para funcionar. En usos domésticos, Wi-Fi Direct no se justifica excepto en el caso de las impresoras. Por cierto, hay más equipos disponibles con Bluetooth que Wi-Fi Direct.
Conviene aclarar también que Wi-Fi Direct no es una versión mejorada de la wifi (término que, curiosamente, no tiene significado), el sistema que solemos usar en los hogares. Como dijimos, la diferencia básica reside en prescindir de internet para que dos aparatos puedan dialogar, en una red privada temporal e intercambiar datos. El wifi en tanto, posibilita conectarnos a la red y acceder a equipos ligados a esa red.
A su vez, Wi-Fi Direct permite compartir archivos -fotos, vídeos, documentos-, imprimir y retransmitir a aparatos de televisión y computadores. Está disponible además en Chromecast y en consolas PlayStation y Xbox.
En el caso de Apple, su equivalente es la transmisión denominada AirDrop o AirPlay, que permite enviar fácilmente archivos entre dispositivos de la marca. Para Android requiere ir a la configuración, activar la función, y disponer de aplicaciones como My Drop, Share it, Xender o Send Anywhere. Cualquiera de ellas también debe estar instalada en el otro dispositivo, para completar el proceso de intercambio.