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Acusa grave negligencia: Le amputaron su pierna tras cirugía de aumento mamario

El 13 de septiembre de 2018 la vida de Lissette cambió para siempre. Los acusados por esta situación son un anestesiólogo, un médico que no contaba con la especialidad y dos clínicas privadas que cometieron una cadena de errores.

Aquí la historia de la serie de sucesos que culminaron en la mutilación de su extremidad y que casi le cuestan la vida. También de las cuatro demandas que presentó en contra de los centros clínicos y los médicos que la atendieron.

Tiempo después del nacimiento de sus dos hijos, la educadora diferencial Lissette Silva le planteó a su marido Alaín Duchens, la idea de someterse a una cirugía de aumento mamario. La pareja reunió el dinero para el procedimiento y cotizó la realización de la intervención en distintos centros clínicos. 

Ambos visitaron diferentes consultas, incluida la de un conocido cirujano de la televisión. Sin embargo, los honorarios se mantenían lejos de su alcance. Buscaron otras opciones. Según ambos, determinaron que la clínica estética Tito Blanco, ubicada en Providencia y liderada por el médico del mismo nombre, era la mejor opción. Una cercana a la pareja, que se había operado allí la había recomendado y el presupuesto que cotizaron en el lugar “ni el más barato, ni el más caro” de todos los que vieron les brindó confianza.

Previo a la intervención de Lissette, la pareja asegura que fueron ellos mismos quienes compraron los implantes a solicitud del médico. Con ellos en su poder, la cirugía fue agendada el día 13 de septiembre del 2018 en la clínica Miguel Claro, institución que da acceso a sus pabellones para la realización de operaciones por profesionales externos a su staff, en este caso al doctor Blanco y el anestesiólogo Rodrigo Durán.

Ese día, Lissette asistió a la cirugía acompañada de su madre. El procedimiento no debía tomar más de dos horas. Llegaron temprano en la mañana. A las 11.00 am, Lissette ingresó al pabellón caminando y conducida por una tens. Su madre, Viviana, se quedó en otra habitación esperándola.

No se volverían a ver en semanas. 

Lissette, luego de dormirse por el efecto de la anestesia, despertó varios días después en la Clínica Dávila, en Recoleta, ubicada a más de cuatro kilómetros de allí. Recobrar la consciencia fue como una pesadilla: además de los implantes colocados en sus mamas, a la mujer le habían amputado su pierna izquierda, desde la rodilla hacía abajo. 

“Hoy me miro al espejo y me digo: por estas dos perdí la pierna, dejé de hacer mi deporte. Por éstas dejé de hacer las cosas que me gustan. A veces las odio. Es como un sentimiento encontrado”, dice hoy Lissette, a más de dos años de la intervención que cambió su vida para siempre.

La demanda

La serie de hechos que culminaron con la amputación de la extremidad inferior de Lissette fueron narrados por sus abogados del estudio KehrAbuid en una demanda civil presentada en mayo del 2021 en contra de los médicos que realizaron la cirugía y de las clínicas Miguel Claro y Dávila donde fue atendida con posterioridad.

Según la demanda, luego de que Lissette ingresara al pabellón, pasaron más de dos horas sin que su madre tuviera noticias sobre el estado de salud de su hija. Se agrega que apenas a las 2:30 pm de ese día le informaron que “Lissette había sufrido un paro cardiorrespiratorio, que se encontraba intubada, pero en buenas condiciones”, según se lee en el escrito judicial.

Luego de aquella notificación, su pareja, Alaín Duchens, asegura que fue con otros familiares a la clínica, alertados por Viviana. Alaín agrega que en el lugar no recibió mayor información hasta pasadas las cinco de la tarde, cuando le informaron que su pareja había sufrido un segundo paro cardiorrespiratorio por lo que estaban en busca de una urgencia en otro recinto para trasladarla. 

Según la ficha clínica consignada en la demanda, el equipo médico llamó a la Posta Central, el Hospital Salvador y la clínica de la Universidad Católica, donde no había cupo para recibirla. Se agrega en el escrito que aproximadamente media hora después les informaron sobre un convenio que la Clínica Miguel Claro tenía con la Clínica Dávila y que estaban haciendo las gestiones para el traslado, movilización que recién se terminó concretando a las 19:15 en una ambulancia de alta complejidad.

Según consta en la demanda, el traslado sucedió siete horas después del primer paro cardiorrespiratorio.

“Cuando se la llevaron, la vimos salir. El ascensor de la clínica Miguel Claro está en el hall. Estaba tapada, llena de máquinas y un respirador. Fue terrible verla ahí. Estaba pálida y con la mano colgando para abajo de la camilla. Me acuerdo que el tipo de la ambulancia le dijo a mi papá, que andaba manejando, ‘trate de no seguirnos porque ella está tan crítica que no puedo tener distracciones. Necesito llegar lo antes posible’”, recuerda Alaín Duchens.

Pese a que ese jueves 13 de septiembre del 2018, en plena hora peak y en la víspera de las Fiestas Patrias, las calles estaban atestadas de gente y de vehículos, la ambulancia intentó llegar lo más rápido posible. El ingreso a la Clínica Dávila se registró a las 19:50. Allí Lissette fue diagnosticada con un paro cardíaco en asistolia, neumonía bilateral e insuficiencia respiratoria. Pese a su grave estado, en la urgencia de esta clínica lograron salvarle la vida. 

En las horas posteriores a su ingreso Lissette fue trasladada a la UCI y luego a la UCI coronaria de la clínica. Según se lee en la demanda, el equipo médico de la Clínica Dávila decidió “instalar asistencia ventricular: ECMO veno-arterial” y luego “debido a la evolución de Lissette, la madrugada del día 16 de septiembre, se hizo necesario la instalación de un marcapaso externo”.

Según detallan los demandantes, “en este procedimiento, por error, se perforó la arteria carótida derecha, lo cual se tuvo que reparar por vía endovascular. Este hecho es de suma importancia ya que para solucionar este error (que consta expresamente en la ficha clínica de Lissette) se tuvo que realizar una angiografía y reparación endovascular, lo cual requirió la suspensión del anticoagulante que le estaban suministrando”.

La ausencia de anticoagulantes, se agrega en el escrito, habría sido la causante de la reducción del flujo sanguíneo (isquemia) en la pierna izquierda de Lissette, quien luego de seis días, una vez retirada la asistencia ventricular, ya padecía una isquemia irreversible. 

Producto de ello, el 21 de septiembre, ocho días después de la operación de implantes mamarios, a Lissette le amputaron la pierna izquierda desde la rodilla hacía abajo. Cuando lo hicieron, ella aún no recuperaba la consciencia. 

Alaín dice que nunca olvidará el día en que su esposa recobró la consciencia: “Me acuerdo que empezó a despertar y fue divertido porque estaba el cardiólogo al lado, y esta pesá lo primero que me dice es ‘Alaín’.  Cuando pasó eso el doctor me miró, sonrió, y me dijo ‘huevón nos salvamos, estamos al otro lado. Toda la otra hueá es recuperable’”, refiriéndose a que no había daño neurológico.

Alaín recuerda que días posteriores fueron de recuperación lenta. Lissette tenía mucha dificultad para hablar, comer, y su motricidad no le permitía tomar ningún objeto con las manos. Lissette además manifestaba sentir un hoyo en la cama en el lugar donde debía estar su pierna. Tuvieron que pasar un par de días para que su familia pudiera contarle la verdad. 

“Mi hermana le contó, porque nadie se atrevía a hacerlo por el tema de su corazón. El momento de contarlo fue también heavy porque llevaron cardiólogos y psicólogos. Me acuerdo que mi hermana sin filtro le dijo ‘te cortaron la patita’”, recuerda Alaín.

Lissette fue dada de alta en la Clínica Dávila el 9 de octubre del 2018 a las 23:00 horas, después de 27 días hospitalizada. Aquella salida sólo constituyó uno de los primeros hitos en su  proceso de recuperación, ya que tuvo que continuar asistiendo a sesiones de kinesiología y terapia ocupacional.  

El cambio de vida sin su pierna izquierda fue total: “No se puede duchar sola porque tiene que sacarse la prótesis. Tiene que bañarse sentada”, comenta su madre. 

La Lissette no puede tomar en brazos a nuestra hija menor. Todas esas cosas que eran compartidas, las tengo que hacer yo. Eso es sólo una cosa, pero todo cambió. Imagínate, vivimos en un piso 19. Hay veces que se corta la luz y hay que subir por las escaleras. Imagínate 19 pisos, la Lissette se demora una hora subiendo y queda destruida, no puede pararse en todo el día. Hoy en día tenemos una vida súper distinta a lo que éramos antes cuando salíamos a andar en bicicleta o a hacer deporte”, se lamenta Alaín.

El daño físico, que incluye dolores de espalda, cadera y en la rodilla, provocados por el roce de su prótesis, no son los únicos que ha enfrentado Lissette. La mujer asegura que día a día debe lidiar con las secuelas psicológicas tras la amputación y con atroces pesadillas relacionadas a ello.

“Sueño que aún tengo mi pierna y que me la van a amputar. Que me caigo a un hoyo y que veo cómo mi pierna sangra. Todo  está relacionado con la pierna; que la tengo y después no. Una vez soñé que estaba jugando fútbol con la prótesis y no podía moverme. Yo antes hacía mucho deporte, una vez soñé que teníamos natación. Entonces nadaba y en la piscina había ese filtro, estaba nadando y el filtro me arrastraba y me chupaba la pierna, y me salía mucha sangre. Como si fuera una película de terror”, cuenta.

Nadie se hace responsable

Según indica la abogada de Lissette, Josefa Giesen, el proceso civil se encuentra ad portas de iniciar el término probatorio. 

“Nosotros presentamos la demanda, ésta se contestó. Luego hubo trámites de réplica y de dúplica y una audiencia obligatoria de conciliación en la cual asistieron las partes y obviamente no existió ofrecimiento, por lo que la conciliación se frustró. Esta etapa de término de pruebas es muy importante ya que se tienen que rendir las pruebas de que todo lo que decimos en la demanda es efectivo”, comenta la abogada.

Efectivamente en el proceso judicial los cuatro demandados han respondido a la demanda a través de distintos abogados.

La contestación de la demanda de la Clínica Dávila indicó que: “Durante la cirugía la paciente estuvo en paro cardiorrespiratorio, lo que requirió maniobras de reanimación con masaje cardiaco el cual se extendió por más de 30 minutos y luego recién de eso el corazón de la paciente volvió a la vida, es decir sin las maniobras y perseverancia de los cirujanos la paciente no habría resistido dicha intervención(…) válidamente uno puede preguntarse, ¿cuántos médicos se esforzarían en realizar maniobras tan complejas y desgastantes, como masaje cardiaco, por más de 30 minutos para revivir a una paciente? Ciertamente la respuesta es que muy pocos”. 

En la misma línea, en la réplica de la clínica se agrega que: “en caso alguno la evolución y lamentable amputación de la pierna izquierda de la paciente se debió a una negligencia, sino que a una evolución tórpida de la paciente, en relación a la gravedad en que se encontraba y conscientemente con ello las medidas adoptadas que en caso alguno se hicieron como se imputa en el texto de la demanda, todas fueron adoptadas en consideración del bien más preciado, la vida de la paciente, de no haber realizado las extremas actuaciones del equipo médico la paciente podría hoy estar muerta”. 

Consultado a la Clínica Dávila por este proceso judicial quienes a través de un comunicado indicaron que: “El equipo de salud de Clínica Dávila realizó todos los esfuerzos médicos y clínicos para salvarle la vida a la paciente que se encontraba en condición de riesgo vital, utilizando sistemas de asistencia circulatoria para recuperarla y desplegando todas las alternativas terapéuticas disponibles”.

Por su parte, la Clínica Miguel Claro se negó a participar de este reportaje. Argumentando la “sensibilidad del caso” y la imposibilidad, a su juicio, de poder referirse a elementos clínicos de la paciente a razón de “la Ley de Derechos y Deberes del paciente”. 

Pese a ello, en la contestación a la demanda disponible en el Poder Judicial, el abogado de la Clínica Miguel Claro indicó que: “No cabe duda alguna que, con quien la actora pactó el contrato de prestaciones médica de cirugía de implante mamario con implantes, fue con el médico que ella eligió libremente, y que es don José Tito Blanco Guzmán, siendo a él a quien se puede exigir o reclamar el incumplimiento de las obligaciones de resultado que implicaba la cirugía en cuestión, y no a Clínica Miguel Claro, la cual estuvo ajena absolutamente a dicho acuerdo”. 

También se tomó contacto con las oficinas del doctor José Tito Blanco a las 10 de la mañana del pasado viernes. Su abogado, quien acogió nuestra solicitud de preguntas, no ha entregado respuesta a nuestros requerimientos hasta el cierre de esta edición. 

Pese a ello, en la contestación a la demanda otro de sus abogados indica que: “mi defendido siendo cirujano se encontraba obligado a emplear toda la ciencia médica en la realización del procedimiento quirúrgico, utilizando la técnica dentro de los estándares que dicta la especialidad, cuestión que fue cumplida a cabalidad. En este sentido, el hecho de ocurrir un paro cardiorrespiratorio con posterioridad a la cirugía, corresponde a todas luces a una complicación del punto de vista anestésico”.

Por su parte, en la contestación la representante del anestesiólogo Rodrigo Durán indica que:

“La atención de la paciente Lissette Silva López, en su calidad de anestesiólogo, se desprende de manera clara y categórica que su actuación profesional se ajustó en todo momento a los cánones de la adecuada y correcta práctica médica en el ámbito de la anestesiología, dado lo cual no se dan en este caso los requisitos exigidos para configurar la responsabilidad en que se fundamenta la referida acción”. 

Buscando una compensación

En la demanda civil, Lissette y sus abogados exigen el pago de $591 millones. Según explica su abogada, Josefa Giesen, los demandados principales son las clínicas y es el tribunal el que deberá determinar qué porcentaje del pago le corresponde a cada una. Agrega que en el caso en que el tribunal estime que las clínicas no son responsables, quienes deberían responder son los médicos.

“En casos como éstos, en que existen diversos factores y además diferentes equipos médicos involucrados en la negligencia, se hace necesario demandar a todos los involucrados. En efecto, el tribunal, conforme a la prueba rendida en el juicio, decidirá quién o quiénes deberán indemnizar a Lissette y a sus familiares por las gravísimas secuelas que le causaron”, agrega la abogada.

Lissette Silva no es la única demandante en este caso. En esta condición también figuran su madre y su pareja, quienes también solicitan una indemnización por daños de $30 y $45 millones respectivamente.

“La acción que ejercemos pertenece en forma personal al Sr. Duchens y a la Sra. López quienes, como pareja y madre -respectivamente- de Lissette, han sufrido un perjuicio extramatrimonial, pues han debido acompañar a su mujer e hija en este largo y doloroso proceso, sufriendo, como es obvio, altas dosis de angustia, estrés, incertidumbre y dolor”, se lee en la demanda.

Hoy Lissette y Alaín preparan unas pequeñas vacaciones de verano con sus dos hijos. Ambos eran amantes de los campings antes de la operación y en los últimos días de febrero intentarán retomar aquella afición, siempre y cuando la prótesis de Lissette lo permita. 

Poco antes de comenzar el paseo, Alaín Duchens entrega sus reflexiones sobre la intervención quirúrgica que cambió sus vidas para siempre: “Creo que todos somos personas y podemos cometer errores. Sin embargo hay profesiones en donde tú no puedes equivocarte. Yo sé que pueden haber errores, pero errores de esa magnitud no deberían haber”, indica.

Al respecto, Duchens agrega que los implantes que su mujer buscó para mejorar su autoestima hoy son un recordatorio amargo:

“La Lissette fue por una mejora en su calidad de vida, pero volvió con muchos retrocesos. Recuerdo que un día estaba sentada en la cama y se miraba las piernitas. ‘Mira cómo terminé por culpa de esta operación’, me decía”.

Lissette Silva dice que no sólo debe lidiar con un cuerpo que le recuerda el peor trauma de su vida. La mujer también asegura que ha vivido episodios de discriminación por su discapacidad y que diariamente debe lidiar con las respuestas a una pregunta que le hace la gente y que para ella es un puñal. 

“Siempre me preguntan ‘¿Y qué te pasó en la pierna?…’”, se queja la mujer. 

“Y cómo voy a contarle a la gente que me hice un implante mamario y quedé así. Es cosa de ver los comentarios cuando salen historias de niñas que se han operado y les pasa algo -señala Lissette-. ‘Ay, pero por qué te hiciste esto, si hay que quererse tal cual es’ es lo primero que la gente dice. Yo por eso ahora digo que me caí en moto, ésa es la explicación que doy”.

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